Fuente: www.farmaindustria.es
La Comisión Europea (CE) tiene previsto publicar la segunda semana de marzo tanto su planteamiento de Estrategia Industrial como una hoja de ruta específica para la futura Estrategia Farmacéutica. A la espera de conocer ambos documentos, la directora general de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), Nathalie Moll, ha lanzado una advertencia a las autoridades de la UE: “Si el contenido de la futura Estrategia Farmacéutica no va en línea con la Estrategia Industrial existe un riesgo real y tangible de que Europa se convierta en un mero mercado de la innovación biomédica que se investiga y desarrolla en otras regiones del mundo”.
En medio de la crisis por el coronavirus, señala Moll, la atención se está dirigiendo hacia la industria farmacéutica innovadora para que centre sus esfuerzos en desarrollar rápidamente métodos diagnósticos, vacunas y tratamientos que puedan dar respuesta a una amenaza para la salud pública mundial. Sin embargo, puede darse la paradoja de que esta conciencia sobre el hecho de que la industria farmacéutica es la responsable de la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos no se refleje en el reconocimiento adecuado por parte de las autoridades europeas.
En 1994, con motivo de la publicación de la Guía de una Política Industrial para el Sector Farmacéutico en la Comunidad Europea, la Comisión declaró que esta industria es un “activo transcendental para el crecimiento y el empleo en la UE” y que “hay indicios de que la competitividad del sector farmacéutico europeo está cediendo en comparación con sus principales competidores”. Veinticinco años después, “Europa ha fallado repetidamente en tomar las medidas necesarias para revertir esta tendencia”, sostiene Moll. “La CE quizá tiene la última oportunidad de relanzar al continente en la carrera mundial de la innovación biomédica”, añade.
Las cifras constatan que la UE ya no es el principal motor mundial de la I+D, ya que hoy el 47% de los nuevos tratamientos son de origen estadounidense, en comparación con sólo el 25% europeo, según el informe Pharmaprojects&Scrip, de marzo de 2019.
En paralelo, la participación de Europa en la inversión mundial en investigación está disminuyendo. En los últimos 20 años, la base de la I+D en la región se ha erosionado gradualmente con centros de investigación transferidos a otras zonas, principalmente a Estados Unidos, y más recientemente a China. Hasta los años 90, Europa había liderado la I+D de medicamentos, y en 1997, por primera vez, la industria estadounidense superó a la europea en términos de cantidad total de inversión en este ámbito. Entre 1990 y 2017, el gasto en I+D en el viejo continente creció 4,5 veces, mientras que en Estados Unidos se multiplicó por 9.
“Las razones tras esta tendencia a la baja en los últimos 25 años se pueden atribuir a diversos factores, pero lo que está claro es que, a menos que la Comisión actúe ahora, la pérdida de competitividad continuará, e incluso se acelerará”, lamenta la directora de la Efpia.
En este sentido, la Efpia se compromete a trabajar con las instituciones europeas para garantizar que haya un alineamiento entre los desafíos de la Estrategia Industrial y el desarrollo de la Estrategia Farmacéutica. De hecho, la patronal europea prevé hacer público el 9 de marzo un documento en el que incluye una serie de propuestas para impulsar el sector biofarmacéutico en la región.
Moll avanza algunas de ellas, como la necesidad de un marco regulatorio estable, pero rápido, efectivo y competitivo a nivel mundial, además de una estrategia de propiedad industrial que proteja la inversión en investigación biomédica y que garantice, al menos, la paridad con las regiones competidoras, como Estados Unidos y China.
Asimismo, la CE debe buscar nuevos incentivos para animar al sector a investigar en determinadas necesidades médicas no cubiertas, como la resistencia a los antimicrobianos; garantizar un acceso más rápido y equitativo a los nuevos tratamientos en toda Europa, y crear una infraestructura de investigación que soporte la próxima generación de medicamentos.
Estas declaraciones de Moll coinciden con las palabras que viene repitiendo el presidente de Farmaindustria, Martín Sellés, en diversos foros públicos, al respecto: “Si no se materializa un apoyo efectivo de las autoridades sanitarias a las compañías innovadoras existe un riesgo real de que éstas trasladen sus inversiones a otros mercados”, con la gran dependencia estratégica que de ello se deriva.
A pesar de este entorno adverso, la apuesta de la industria farmacéutica por la inversión en Europa se ha mantenido en buen nivel en comparación con otras regiones competidoras. Así, las compañías innovadoras dedican 36.500 millones de euros anuales a la investigación en nuevos medicamentos en Europa, según datos de 2018; emplean a unas 765.000 personas de manera directa y a 2,7 millones indirectamente, y contribuyen de manera directa con más de 100.000 millones de euros a la economía de la UE, según un informe publicado por PwC en junio del año pasado.
El valor de la industria farmacéutica para Europa es, por tanto, incuestionable, no sólo en materia de investigación preclínica y clínica, sino desde un punto de vista económico y social, y no puede abandonarse por falta de políticas que la desarrollen. Uno de los mejores ejemplos es España, que se ha convertido para muchas compañías en una referencia internacional para la realización de ensayos clínicos.
Cabe recordar en este sentido las declaraciones de la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, el pasado septiembre en el XIX Encuentro de la Industria Farmacéutica Española, en Santander. Defendió que la industria farmacéutica es un sector “clave” para el proceso de reindustrialización que necesita el país, ya que, entre otros factores, aporta empleo de calidad, inversiones en I+D+i de más de 1.000 millones de euros y una importante “vocación exportadora, como lo demuestra el aumento del 48% en este capítulo en los últimos años”.
A sector of high health, economic and social value for Europe
Despite this adverse environment, the pharmaceutical industry’s commitment to investment in Europe has remained at a good level compared to other competing regions. Thus, innovative companies dedicate 36.5 billion euros a year to research on new medicines in Europe, according to 2018 data; they employ about 765,000 people directly and 2.7 million indirectly, and contribute directly with more than 100,000 million euros to the EU economy, according to a report published by PwC in June last year.
The value of the pharmaceutical industry for Europe is therefore unquestionable, not only in terms of preclinical and clinical research, but from an economic and social point of view, and cannot be abandoned due to lack of policies to develop it. One of the best examples is Spain, which has become for many companies an international reference for clinical trials.
It is worth recalling in this regard the statements of the Minister of Industry, Commerce and Tourism, Reyes Maroto, last September at the XIX Meeting of the Spanish Pharmaceutical Industry, in Santander. He defended that the pharmaceutical industry is a “key” sector for the reindustrialization process that the country needs, since, among other factors, it provides quality employment, investments in R & D & I of more than 1,000 million euros and an important “Export vocation, as evidenced by the 48% increase in this chapter in recent years.”
Maroto added that this sector is “a lever to reindustrialize and generate the sustainable growth that the country needs.” “From the Government – he affirmed – we are incorporating the value that this industry has from an economic point of view, but also from a social point of view, because it is an industry that works to improve our health and quality of life”.
In the midst of the coronavirus crisis, from Distefar, we support the need for investment in clinical trials. Efforts must be focused on rapidly developing diagnostic methods, vaccines and treatments that can respond to a threat to global public health.