Fuente: www.farmaindustria.es
El descubrimiento y la introducción de antibióticos en la década de 1940 transformó la medicina moderna y permitió un enorme progreso en la atención médica y la esperanza de vida. Hoy, este progreso se ve amenazado por una crisis de salud en aumento: la resistencia a los antimicrobianos (RAM). Las infecciones causadas por bacterias resistentes a los antibióticos provocan la muerte de más de 30.000 europeos al año, según el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), una cifra que se eleva a 700.000 personas en ámbito mundial. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió hace unos años de que para el año 2050 en el mundo habrá más muertes relacionadas con superbacterias resistentes que por cáncer, incluso que será la principal causa de muerte en el planeta.
La resistencia a los antimicrobianos, por tanto, es una amenaza para la salud que puede comprometer muchos avances médicos que dependen de los antibióticos, como la cirugía, la quimioterapia o el tratamiento de enfermedades crónicas. Hoy solo existe un camino para combatir la RAM: nuevos antibióticos eficaces y el uso responsable de los existentes.
A medida que el mundo se enfrenta a la pandemia provocada por la Covid-19, ahora más que nunca es momento de pensar en dar una respuesta contundente y colaborativa a las resistencias antimicrobianas. La RAM es un proceso natural que ocurre cuando microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos cambian, de manera que los medicamentos utilizados para tratar las infecciones que causan se vuelven ineficaces. Esto se traduce en que una nueva generación de antibióticos es fundamental para garantizar la lucha contra la evolución de estos patógenos.
Un nuevo informe de la asociación estadounidense de la industria farmacéutica innovadora, PhRMA, muestra que existe un fuerte compromiso del sector por dar respuesta a este problema para la salud pública mundial. Cerca de 90 medicamentos están en desarrollo para combatir las infecciones resistentes a los tratamientos actuales. Como se puede apreciar en el gráfico inferior, estos potenciales fármacos están dirigidos a combatir 17 patógenos distintos y la utilidad de muchos de ellos se está estudiando en varios de estos patógenos a la vez.
Los investigadores de las compañías farmacéuticas están trabajando para desarrollar fármacos nuevos y efectivos, lo que incluye tratamientos antibacterianos innovadores -superando las vías de I+D tradicionales-, como son los productos bacteriófagos, productos terapéuticos vivos y anticuerpos monoclonales. Desafortunadamente, en este terreno existen obstáculos, como el tiempo necesario para investigar y desarrollar nuevos tratamientos y la falta de incentivos.
El desarrollo de nuevos medicamentos es un proceso largo, complejo y arriesgado que requiere entre 10 y 15 años y una inversión media de 2.500 millones de euros. Si hablamos de antibióticos, este proceso conlleva un riesgo aún mayor. El desarrollo de nuevos antimicrobianos puede oscilar entre 10 y 20,5 años.
Un mercado necesitado de incentivos
Al mismo tiempo, se da la paradoja de que, a pesar de los enormes costes sociales que implican las resistencias antimicrobianas, los nuevos antibióticos no resultan comercialmente viables dado su uso moderado para preservar su efectividad. Esta es la razón por la que en los últimos años varias compañías centradas en este campo se han visto abocadas al cierre y otras han abandonado la investigación debido a la falta de viabilidad de los proyectos, según recuerda PhRMA, lo que ha dado como resultado una importante pérdida de conocimiento y recursos valiosos, así como una carencia de productos en las fases clínicas.
Para abordar los desafíos del desarrollo clínico temprano y las fases posteriores de nuevos medicamentos antimicrobianos se han concretado alianzas e iniciativas innovadoras entre los sectores público y privado. La industria biofarmacéutica, en particular, está tomando diferentes medidas, entre ellas las llevadas a cabo a través del Fondo de Acción AMR. Este fondo, dotado con 1.000 millones de dólares, tiene como objetivo hacer llegar al mercado de 2 a 4 nuevos antimicrobianos para 2030, centrándose en medicamentos innovadores que aborden las necesidades de salud pública más prioritarias. Este esfuerzo inversor impulsado por la industria también está propugnando a la vez reformas políticas integrales para promover nuevos modelos de reembolso y crear incentivos que permitan un acceso adecuado de los pacientes, creando un ecosistema sostenible para la I+D y la comercialización de antimicrobianos.
El fondo también proporcionará apoyo técnico a empresas emergentes, dándoles acceso a la amplia experiencia y los recursos de las grandes farmacéuticas para fortalecer y acelerar el desarrollo de nuevos antibióticos. El éxito de este proceso investigador logrará así que la sociedad esté más preparada para la próxima emergencia de salud pública.