En un momento de grandes desafíos en investigación sanitaria mundial, uno de los países con más peso en ella prepara una estrategia nacional para marcar los próximos diez años.
consalud.es
La investigación sanitaria presenta desafíos a lo largo de todo el mundo. La búsqueda de métodos de diagnóstico más exactos y rápidos; de tratamientos más innovadores, más precisos; de sistemas de seguimiento, y de curas para enfermedades que no la tienen conlleva grandes cantidades de recursos materiales y humanos difíciles de conseguir y mantener. Así, no todos los países pueden desarrollar una investigación de calidad que se traduzca en soluciones para el paciente. De hecho, son siete regiones del mundo quienes aportan gran parte de la financiación para la investigación en enfermedades tan frecuentes como el cáncer a nivel mundial.
Durante los últimos años, la financiación en investigación ha ido disminuyendo, incrementándose la escasez con el anuncio de Estados Unidos de recortar gran parte de sus fondos de inversión desde este año. En este momento, toca fortalecer la investigación nacional e internacional con soluciones que varían de países. Si la semana pasada expertas canadienses señalaban que su país ha de priorizar horizontes a largo plazo, y otros expertos indicaban que la Unión Europa debía seguir apostando por una financiación más coordinada y sincronizada, y la propia comisaria Úrsula Von der Leyen llamaba este miércoles a liderar a nivel mundial en materia de salud encabezando la nueva Iniciativa de Resiliencia Sanitaria Mundial, esta semana Australia ha publicado el borrador de su Estrategia nacional a diez años para la investigación sanitaria, con otras claves con las que dar respuesta al problema de sostenibilidad que azota cada rincón del mundo en materia de investigación médica.
Australia es uno de los principales líderes en investigación sanitaria. En estudio del cáncer, supone la quinta fuerza de financiación mundial solo detrás de Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y Japón según un estudio publicado en ‘The Lancet’. Es también miembro de la Commonwealth, la mancomunidad de Naciones que, como una de las organizaciones más antiguas y de mayor tamaño (agrupa 54 países de distintos continentes con lazos históricos con Reino Unido), supone un contrapeso a Estados Unidos, capaz de suplir la falta de inversión del país americano.
Quieren construir “un sistema de investigación dinámico que beneficie a la nación”
En la Estrategia Nacional de Salud e Investigación Médica de 2026-2036, lanzada a consulta pública esta semana, el Ejecutivo australiano busca “brindar una dirección nacional y aprovechar las fortalezas en el sector de investigación médica y de salud”, así como “llenar cualquier brecha y continuar atrayendo investigadores e inversores”. El objetivo final: mejorar los resultados de salud de la población.
En el borrador de la Estrategia que ha salido a consulta pública se establecen cinco focos en los que centrarse para transformar la investigación en el país. En un primer lugar se centran en construir “un sistema de investigación dinámico que beneficie a la nación”. ¿Cómo? Estableciendo y evaluando las prioridades nacionales para centrar la inversión; identificando los desafíos futuros y emergentes para el sistema de salud y priorizando la colaboración y el intercambio de recursos, mediante la inversión en plataformas y redes en todo el ecosistema de investigación médica y sanitaria.
El nuevo sistema de investigación, además, tiene el fin de aumentar el atractivo de la inversión en este ámbito, mejorando la relación en los procesos entre la investigación y la industria y compartiendo riesgos. También reforzarán la capacidad local de fabricación y la comercialización de biotecnología y tecnología médica.
Reforzarán la capacidad local de fabricación y la comercialización de biotecnología y tecnología médica
Con ello se preparan para enfrentar los futuros desafíos sanitarios, esas emergencias sanitarias o pandemias que cada vez serán más comunes como han señalado múltiples expertos a raíz de la pandemia Covid-19; el incremento del envejecimiento y sus comorbilidades y el aumento de enfermedades no infecciosas como el cáncer, la diabetes o la obesidad producto de factores como el estilo de vida; y las nuevas tecnologías que se están integrando en los sistemas sanitarios.
Para adaptarse a ello los australianos se han centrado en tres puntos: aprovechar las tecnologías innovadoras y los enfoques de vanguardia como la inteligencia artificial; llevar un enfoque One Health en la investigación evaluando su impacto no solo en la salud de las personas sino también en el medio ambiente, es decir, creando una investigación con sostenibilidad ambiental; y todo ello reforzando las colaboraciones estratégicas internacionales, tanto a nivel mundial como regional. Unas medidas extrapolables a otros países que tiene el objetivo de que Australia “lidere el sector de investigación sanitaria”, en palabras de la responsable de la Estrategia, Rosemary Huxtable.